domingo, 4 de junio de 2017

El 21 de Junio de 2017 a las 4:24 UTC tiene lugar el “Solsticio de Junio”.

En el Hemisferio Norte es llamado de “Solsticio de Verano” y se corresponde el día más largo del año, marcando paso de la Primavera al Verano (al mediodía el sol alcanza el punto más alto de todo el año). A partir de esta fecha los días comienzan a acortarse.

En el Hemisferio Sur es llamado de “Solsticio de Invierno” y se corresponde el día más corto del año, marcando el paso del Otoño al Invierno (al mediodía el sol alcanza el punto más bajo de todo el año). A partir de esta fecha los días comienzan a alargarse.

Los Solsticios son aquellos momentos del año en los que el Sol alcanza su máxima declinación norte y máxima declinación sur con respecto al ecuador terrestre. Ocurre dos veces al año: en Junio y Diciembre.

Curiosidad: El solsticio de Junio de 2017 está muy cercano a la festividad de San Juan Bautista y en muchos lugares se celebran rituales conmemorativos conocidos como fiestas de San Juan. Estas fiestas, que basan en costumbres ancestrales, tienen como gran protagonista al fuego, con el que rendían tributo al sol y purificaban los pecados del hombre. 

Luis Alejandro Yáñez resume muchas de estas conmemoraciones milenarias de la siguiente manera:
“Los solsticios han sido celebrados por todas las culturas ancestrales de la historia. Griegos, Romanos o Celtas celebraban con verbenas, música y danzas que incentivaran a las fuerzas de la naturaleza, para influir en el destino próximo inmediato, tener buena suerte, un buen amor, o pedir salud y prosperidad a dichas fuerzas naturales. Para los Griegos ésta fecha estaba destinada al culto del dios Apolo al que tributaban con procesiones de antorchas pidiéndole que no dejase en tinieblas a su pueblo, creían que la magia del Solsticio abría las puertas de lo incógnito y por un breve lapsus el hombre podría gozar de los privilegios de los dioses; de ahí la leyenda Griega de poder traspasar los espejos o visitar mundos paralelos.
En España, durante la dominación Árabe, confraternizaban judíos, católicos y musulmanes unidos por la mágica fiesta del Sol y el fuego. En Alemania la reunión popular alrededor de las hogueras unía a varias generaciones y pueblos distantes. En Francia la hoguera solsticial era prendida por el propio Rey.
Similares formas culturales las tenemos en la civilización Hindú cuyo dios del fuego “Indra” es adorado entre fogatas y cánticos espirituales. En estas mismas fechas, ellos engalanan sus hogares, preparando piras purificadoras de las cuales conservarán sus cenizas por todo el año siguiente, además que por las formas que toman  las llamas y con las cenizas que quedan, los Hindú  profetizan el porvenir. 
Este simbolismo y ritos paralelos eran compartidos por pueblos distantes, inconexos, separados del Viejo Mundo por el Océano Atlántico o el  Océano Pacífico. En el caso de los Incas los dos festivales primordiales eran el Capac-Raymi (o Año Nuevo) que tenía lugar en diciembre y el que se celebraba cada 24 de junio, el Inti-Raymi (o la fiesta del Sol).
Todo el continente Americano conserva éste tipo de Ritual dentro de su folklore. En México los guerreros Aztecas se caracterizaban por su sentido del deber con respecto al vínculo con el Sol y la “renovación de los fuegos”. Los Mayas de la Península de Yucatán y Meso América continúan hoy en día, tal cual sus antepasados de centurias atrás, celebrando con ritos, cánticos, vestimentas y comidas, la magia del Solsticio para sembrar y obtener buenas cosechas. Los indígenas Norteamericanos siguen perpetuando  sus ritos mágico-simbólicos entre hogueras y danzas solares.
En Israel, el Solsticio de Verano es llamado “Fiesta de la Flor” y su origen está en la festividad Alemana de “Rosenfest”, Fiesta de la Rosa.
Caldeos, Egipcios, Cananeos, Persas, Sirios, Fenicios, Griegos, Romanos, Hindú, y casi todas las culturas desarrolladas e imperios, han celebrado durante el Solsticio Invernal el parto de la “Reina de los Cielos” y la llegada al mundo de su hijo, el joven dios Solar. En la mitología del culto al Sol siempre se destaca la presencia de un joven dios que cada año muere y resucita encarnando la vida cíclica de la naturaleza.
Desde tiempos inmemoriales en las culturas más heterogéneas, la época de Navidad ha representado el advenimiento del Solsticio por excelencia, como hecho cósmico que podría garantizar la supervivencia del hombre pagano y el renacimiento cíclico de la principal divinidad salvadora (Gadea Saguier, 2007). Eso explica que el natalicio de los principales dioses Solares de las culturas agrarias precristianas –como Osiris, Horus, Apolo, Mitra, Dionisio/Baco y otros-, se situara durante el Solsticio de Invierno. Más aún, el natalicio de Jesús, el “salvador cristiano” fue ubicado el 25 de diciembre, fecha en la que hasta finales del siglo IV de esta era se conmemoró el nacimiento del Sol Invencible (Natalis Solis Invicti) en el Imperio Romano. De esta forma entre los años 354 y 360, era del Papa Liberio (352-366), se tomó por fecha inmutable la noche del 24 al 25 de diciembre coincidente con el “nacimiento del sol invencible”, la misma fecha en que todos los pueblos contemporáneos festejaban la llegada del Solsticio de Invierno. Es claro que el verdadero origen de la Natividad católica, sobrepuesta al Natalis Solis Invicti, orientó a los creyentes a que ese día no lo dedicasen al Sol, sino al “creador del Sol”.

Para la Mas:., los solsticios contienen una profunda significación filosófica pues representan la dualidad entre la luz y la tiniebla, la vida y la muerte y el eterno renacer de la creación. Este permanente renacer nos vincula con aquel principio universal de que nada se destruye, todo se transforma. Recordando así al ave fénix que siempre renace de sus cenizas.
Los solsticios se constituyen en hitos de la armonía cósmica que se van presentando uno tras de otro en forma alternada, regular y permanente, año tras año. Estableciendo así los ciclos biológicos que predominan y regulan nuestro planeta.
David Benavente, de Chile señala lo siguiente:
“Para él hombre, el invierno es como la incomprensión, la deslealtad, el halago de los mediocres, el acomodo, la crueldad de los ambiciosos y el descaro del intolerante para defender su obsesión. Sabe que su convivencia con la naturaleza no es fácil, pero es bastante más difícil su relación con la destrucción, la opresión, la injusticia y la desigualdad humana.
La primavera, en cambio, trae la serenidad, porque la naturaleza renace con todo su esplendor, el sol retoza amablemente entre los valles y montañas, permitiendo a toda forma de vida vegetal reverdecer y florecer, llenando el mundo con pinceladas de múltiples colores y agradables aromas.
La primavera hace florecer en su interior la fraternidad que nos permite entregar a nuestro hermano hombre, respeto, justicia, lealtad, tolerancia, desarrollo cultural, crítica y halago con sentimientos de perfección y para que el hombre puede disfrutar de todas estas cosas maravillosas, el último día de la primavera es el más largo del año, excelente lección del G:.A:.D:.U:., ofreciéndonos con grandeza las cosas buenas para que las disfrutemos en extenso….
El solsticio de verano en su turno, nos recuerda que es momento de cambios, hagamos, pues, que el solsticio que celebramos nos haga sentir la perfección con que el G:.A:.D:.U:. hace sus cosas, alimento de nuestro espíritu, a fin de que se convierta en semilla de la fraternidad, la misma que caída en terreno fértil genera un frondoso árbol, cuyas ramas se extiendan como amparo para nuestro hermano hombre, ávido de alimento corporal y espiritual, sediento de justicia y de libertad, inquieto para lograr el respeto a sus ideas, buscador incansable de un centro de unión en el que reine la tolerancia para los conceptos religiosos, políticos, de cultura o nacionalidad…..
Nos permitimos observar desde nuestra pequeña concepción cósmica como el supremo regulador de la vida, luego de hacernos padecer sus inclemencias, nos permite convivir con la brillante renovación de la vida”.
El H:.M:. Luis Alejandro Yáñez-Aranciba, en su trabajo titulado “El Solsticio en la Historia y la Masonería” nos hace la siguiente motivación.
“Con el Solsticio de Invierno la Naturaleza se prepara para renacer, y con el de Verano germina la semilla que el hombre sembró en aquella tierra fértil que durante el Invierno se dedicó a trabajar. Con el Solsticio, en el Masón debe aparecer poco a poco aquella piedra libre de aristas que durante todo el año se dedicó a desbastar”.
Finalmente, me permito citar a Frau Abrines y Arús Arderiu (1947) en el Diccionario Enciclopédico de la Masonería quienes señalan que, “Bajo el doble nombre san Juan Bautista y de san Juan Evangelista, patronos de nuestra augusta Orden, los Francmasones celebran dos grandes fiestas anuales, llamadas indistintamente fiestas de san Juan  o de  la  Orden.  Estas fiestas, que corresponden a los dos Solsticios, se llaman con más propiedad aún fiestas Solsticiales. Se celebran el 24 de junio y 27 de diciembre que dependiendo del hemisferio en que nos encontremos se denominan de Invierno o de Verano”.
Por qué San Juan? Porque es el patrono de nuestra Orden, por una relación muy estrecha con la Tradición Juanítica o mística del Cristianismo (cuyo análisis podrá ser estudiado en otro trazado).
Por qué San Juan Bautista?. Porque es el patrono de los iniciados, es decir, marca el inicio del cicló de luz, de la virtud y de una nueva vida.
Por qué San Juan Evangelista? Por que reunió a los obreros que estaban dispersos, porque es protector de los francmasones.

Es mi pa:. V:.M:.
Gustavo C:.
C:.M:.
Fuente: http://www.yomason.com


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