El 21 de
Junio de 2017 a las 4:24 UTC tiene lugar el “Solsticio de Junio”.
En el Hemisferio Norte es llamado de “Solsticio de Verano” y se corresponde el día más largo del año, marcando paso de la Primavera al Verano (al mediodía el sol alcanza el punto más alto de todo el año). A partir de esta fecha los días comienzan a acortarse.
En el Hemisferio Sur es llamado de “Solsticio de Invierno” y se corresponde el día más corto del año, marcando el paso del Otoño al Invierno (al mediodía el sol alcanza el punto más bajo de todo el año). A partir de esta fecha los días comienzan a alargarse.
Los Solsticios son aquellos momentos del año en los que el Sol alcanza su máxima declinación norte y máxima declinación sur con respecto al ecuador terrestre. Ocurre dos veces al año: en Junio y Diciembre.
Curiosidad: El solsticio de Junio de 2017 está muy cercano a la festividad de San Juan Bautista y en muchos lugares se celebran rituales conmemorativos conocidos como fiestas de San Juan. Estas fiestas, que basan en costumbres ancestrales, tienen como gran protagonista al fuego, con el que rendían tributo al sol y purificaban los pecados del hombre.
En el Hemisferio Norte es llamado de “Solsticio de Verano” y se corresponde el día más largo del año, marcando paso de la Primavera al Verano (al mediodía el sol alcanza el punto más alto de todo el año). A partir de esta fecha los días comienzan a acortarse.
En el Hemisferio Sur es llamado de “Solsticio de Invierno” y se corresponde el día más corto del año, marcando el paso del Otoño al Invierno (al mediodía el sol alcanza el punto más bajo de todo el año). A partir de esta fecha los días comienzan a alargarse.
Los Solsticios son aquellos momentos del año en los que el Sol alcanza su máxima declinación norte y máxima declinación sur con respecto al ecuador terrestre. Ocurre dos veces al año: en Junio y Diciembre.
Curiosidad: El solsticio de Junio de 2017 está muy cercano a la festividad de San Juan Bautista y en muchos lugares se celebran rituales conmemorativos conocidos como fiestas de San Juan. Estas fiestas, que basan en costumbres ancestrales, tienen como gran protagonista al fuego, con el que rendían tributo al sol y purificaban los pecados del hombre.
Luis Alejandro Yáñez resume muchas de estas conmemoraciones milenarias de la siguiente manera:
“Los
solsticios han sido celebrados por todas las culturas ancestrales de la
historia. Griegos, Romanos o Celtas celebraban con verbenas, música y danzas
que incentivaran a las fuerzas de la naturaleza, para influir en el destino
próximo inmediato, tener buena suerte, un buen amor, o pedir salud y
prosperidad a dichas fuerzas naturales. Para los Griegos ésta fecha estaba
destinada al culto del dios Apolo al que tributaban con procesiones de
antorchas pidiéndole que no dejase en tinieblas a su pueblo, creían que la
magia del Solsticio abría las puertas de lo incógnito y por un breve lapsus el
hombre podría gozar de los privilegios de los dioses; de ahí la leyenda Griega
de poder traspasar los espejos o visitar mundos paralelos.
En España,
durante la dominación Árabe, confraternizaban judíos, católicos y musulmanes
unidos por la mágica fiesta del Sol y el fuego. En Alemania la reunión popular
alrededor de las hogueras unía a varias generaciones y pueblos distantes. En
Francia la hoguera solsticial era prendida por el propio Rey.
Similares
formas culturales las tenemos en la civilización Hindú cuyo dios del fuego
“Indra” es adorado entre fogatas y cánticos espirituales. En estas mismas
fechas, ellos engalanan sus hogares, preparando piras purificadoras de las cuales
conservarán sus cenizas por todo el año siguiente, además que por las formas
que toman las llamas y con las cenizas que quedan, los Hindú
profetizan el porvenir.
Este
simbolismo y ritos paralelos eran compartidos por pueblos distantes, inconexos,
separados del Viejo Mundo por el Océano Atlántico o el Océano Pacífico.
En el caso de los Incas los dos festivales primordiales eran el Capac-Raymi (o
Año Nuevo) que tenía lugar en diciembre y el que se celebraba cada 24 de junio,
el Inti-Raymi (o la fiesta del Sol).
Todo el
continente Americano conserva éste tipo de Ritual dentro de su folklore. En
México los guerreros Aztecas se caracterizaban por su sentido del deber con
respecto al vínculo con el Sol y la “renovación de los fuegos”. Los Mayas de la
Península de Yucatán y Meso América continúan hoy en día, tal cual sus
antepasados de centurias atrás, celebrando con ritos, cánticos, vestimentas y
comidas, la magia del Solsticio para sembrar y obtener buenas cosechas. Los
indígenas Norteamericanos siguen perpetuando sus ritos mágico-simbólicos
entre hogueras y danzas solares.
En Israel, el
Solsticio de Verano es llamado “Fiesta de la Flor” y su origen está en la
festividad Alemana de “Rosenfest”, Fiesta de la Rosa.
Caldeos,
Egipcios, Cananeos, Persas, Sirios, Fenicios, Griegos, Romanos, Hindú, y casi
todas las culturas desarrolladas e imperios, han celebrado durante el Solsticio
Invernal el parto de la “Reina de los Cielos” y la llegada al mundo de su hijo,
el joven dios Solar. En la mitología del culto al Sol siempre se destaca la
presencia de un joven dios que cada año muere y resucita encarnando la vida
cíclica de la naturaleza.
Desde tiempos
inmemoriales en las culturas más heterogéneas, la época de Navidad ha
representado el advenimiento del Solsticio por excelencia, como hecho cósmico
que podría garantizar la supervivencia del hombre pagano y el renacimiento
cíclico de la principal divinidad salvadora (Gadea Saguier, 2007). Eso explica
que el natalicio de los principales dioses Solares de las culturas agrarias
precristianas –como Osiris, Horus, Apolo, Mitra, Dionisio/Baco y otros-, se
situara durante el Solsticio de Invierno. Más aún, el natalicio de Jesús, el
“salvador cristiano” fue ubicado el 25 de diciembre, fecha en la que hasta
finales del siglo IV de esta era se conmemoró el nacimiento del Sol Invencible
(Natalis Solis Invicti) en el Imperio Romano. De esta forma entre los años 354
y 360, era del Papa Liberio (352-366), se tomó por fecha inmutable la noche del
24 al 25 de diciembre coincidente con el “nacimiento del sol invencible”, la
misma fecha en que todos los pueblos contemporáneos festejaban la llegada del
Solsticio de Invierno. Es claro que el verdadero origen de la Natividad
católica, sobrepuesta al Natalis Solis Invicti, orientó a los creyentes a que
ese día no lo dedicasen al Sol, sino al “creador del Sol”.
Para la Mas:., los solsticios contienen una profunda significación filosófica pues representan la dualidad entre la luz y la tiniebla, la vida y la muerte y el eterno renacer de la creación. Este permanente renacer nos vincula con aquel principio universal de que nada se destruye, todo se transforma. Recordando así al ave fénix que siempre renace de sus cenizas.
Para la Mas:., los solsticios contienen una profunda significación filosófica pues representan la dualidad entre la luz y la tiniebla, la vida y la muerte y el eterno renacer de la creación. Este permanente renacer nos vincula con aquel principio universal de que nada se destruye, todo se transforma. Recordando así al ave fénix que siempre renace de sus cenizas.
Los
solsticios se constituyen en hitos de la armonía cósmica que se van presentando
uno tras de otro en forma alternada, regular y permanente, año tras año.
Estableciendo así los ciclos biológicos que predominan y regulan nuestro
planeta.
David
Benavente, de Chile señala lo siguiente:
“Para él
hombre, el invierno es como la incomprensión, la deslealtad, el halago de los
mediocres, el acomodo, la crueldad de los ambiciosos y el descaro del
intolerante para defender su obsesión. Sabe que su convivencia con la
naturaleza no es fácil, pero es bastante más difícil su relación con la destrucción,
la opresión, la injusticia y la desigualdad humana.
La primavera,
en cambio, trae la serenidad, porque la naturaleza renace con todo su
esplendor, el sol retoza amablemente entre los valles y montañas, permitiendo a
toda forma de vida vegetal reverdecer y florecer, llenando el mundo con
pinceladas de múltiples colores y agradables aromas.
La primavera
hace florecer en su interior la fraternidad que nos permite entregar a nuestro
hermano hombre, respeto, justicia, lealtad, tolerancia, desarrollo cultural,
crítica y halago con sentimientos de perfección y para que el hombre puede
disfrutar de todas estas cosas maravillosas, el último día de la primavera es
el más largo del año, excelente lección del G:.A:.D:.U:., ofreciéndonos con
grandeza las cosas buenas para que las disfrutemos en extenso….
El solsticio
de verano en su turno, nos recuerda que es momento de cambios, hagamos, pues,
que el solsticio que celebramos nos haga sentir la perfección con que el
G:.A:.D:.U:. hace sus cosas, alimento de nuestro espíritu, a fin de que se
convierta en semilla de la fraternidad, la misma que caída en terreno fértil
genera un frondoso árbol, cuyas ramas se extiendan como amparo para nuestro
hermano hombre, ávido de alimento corporal y espiritual, sediento de justicia y
de libertad, inquieto para lograr el respeto a sus ideas, buscador incansable
de un centro de unión en el que reine la tolerancia para los conceptos
religiosos, políticos, de cultura o nacionalidad…..
Nos
permitimos observar desde nuestra pequeña concepción cósmica como el supremo
regulador de la vida, luego de hacernos padecer sus inclemencias, nos permite
convivir con la brillante renovación de la vida”.
El H:.M:.
Luis Alejandro Yáñez-Aranciba, en su trabajo titulado “El Solsticio en la
Historia y la Masonería” nos hace la siguiente motivación.
“Con el
Solsticio de Invierno la Naturaleza se prepara para renacer, y con el de Verano
germina la semilla que el hombre sembró en aquella tierra fértil que durante el
Invierno se dedicó a trabajar. Con el Solsticio, en el Masón debe aparecer poco
a poco aquella piedra libre de aristas que durante todo el año se dedicó a
desbastar”.
Finalmente,
me permito citar a Frau Abrines y Arús Arderiu (1947) en el Diccionario
Enciclopédico de la Masonería quienes señalan que, “Bajo el doble nombre san
Juan Bautista y de san Juan Evangelista, patronos de nuestra augusta Orden, los
Francmasones celebran dos grandes fiestas anuales, llamadas indistintamente
fiestas de san Juan o de la Orden. Estas fiestas, que
corresponden a los dos Solsticios, se llaman con más propiedad aún fiestas
Solsticiales. Se celebran el 24 de junio y 27 de diciembre que dependiendo del
hemisferio en que nos encontremos se denominan de Invierno o de Verano”.
Por qué San
Juan? Porque es el patrono de nuestra Orden, por una relación muy estrecha con
la Tradición Juanítica o mística del Cristianismo (cuyo análisis podrá ser
estudiado en otro trazado).
Por qué San
Juan Bautista?. Porque es el patrono de los iniciados, es decir, marca el
inicio del cicló de luz, de la virtud y de una nueva vida.
Por qué San
Juan Evangelista? Por que reunió a los obreros que estaban dispersos, porque es
protector de los francmasones.
Es mi pa:. V:.M:.
Gustavo C:.
C:.M:.
C:.M:.
Fuente: http://www.yomason.com
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