sábado, 22 de junio de 2019

El Solsticio de Verano para los Masones.


El 21 de junio a las 17:54 se produjo el solsticio de verano. Fue el día más largo del año en el hemisferio norte y trajo consigo la llegada del verano astronómico, que se prolongará hasta el 21 de setiembre.
 Y mientras, en el hemisferio sur, noches largas, días cortos y comienza el invierno.
El solsticio es un evento astronómico causado por la inclinación del eje de rotación de la Tierra, que es de 23,5 grados. Nuestro planeta de desplaza, girando sobre sí mismo, inclinado, a lo largo de su trayectoria elíptica alrededor del Sol. Eso implica que durante medio año el Polo Norte está apuntando hacia el Sol y recibe más luz y calor, , y durante la mitad de año restante, al revés.

Y cuando el Polo Norte alcanza el punto más cercano al Sol, resulta en el día con más horas de luz del año para el hemisferio norte. Cada año varía cuándo se produce este evento astronómico, que se suele presentar entre el 20 y el 22 de junio.

Como los solsticios, tanto el de invierno como el de verano, también las estaciones y la variación en la cantidad de horas de luz diarias se deben al hecho de que la Tierra gira sobre un eje inclinado. Es probable que esa inclinación estuviera causada por un objeto masivo que golpeó a nuestro planeta hace miles de millones de años.


Todos los planetas del Sistema Solar tienen solsticios, porque rotan sobre ejes inclinados. También cuentan con estaciones y equinoccios. Eso sí, algunos tienen inclinaciones menores, como Mercurio, que es tan solo de 2,11 grados; mientras que otros tienen una inclinación similar a la de la Tierra, de 23,5; y en último término están aquellos que cuentan con ángulos extremos, como Urano, inclinado 98 grados.

 Para Nosotros los Masones:



Los festejos solsticiales y en especial este Solsticio de Verano, deben ser para nosotros los Masones, motivo de honda meditación, por su gran y rico significado simbólico, pues debe despertar en nuestras conciencias el deseo de ser cada vez mejores, más virtuosos, amantes del estudio y de la Verdad, amantes de la Sabiduría; como el Sol que despertando a la gota de rocío hace generar y vibrar a la naturaleza entera, a las flores con sus bellos colores y dulces aromas, a los seres, a la vida.

Felicidades a todos mis Queridos Hermanos y Hermanas esparcidos por la Faz de la Tierra.
T.·.A.·.F
S.·.F.·.U.

domingo, 2 de junio de 2019

LAS 3 PUERTAS DE LA SABIDURÍA" (Cuento iniciático)


Un rey tenía como único hijo a un joven príncipe valiente, inteligente.
Para perfeccionar su aprendizaje de la vida, lo envió a un viejo sabio.

"Ilumíname en el camino de la vida", preguntó el Príncipe.

"Mis palabras se desvanecerán como los pasos de tus pasos en la arena", respondió el Sabio.
Sin embargo, quiero darte algunas indicaciones. En tu camino, encontrarás tres puertas. Lea los preceptos indicados en cada uno de ellos. Una necesidad irresistible te empujará a seguirlos. No intentes alejarte de él, porque estarías condenado a revivir sin cesar lo que habrías huido. No puedo decirte más. Debes experimentar todo esto en tu corazón y en tu carne.
Ve, ahora. Sigue este camino, justo enfrente de ti ".

El viejo Sabio desapareció y el Príncipe se embarcó en el Camino de la Vida.

Pronto se encontró frente a una gran puerta que dice:
"CAMBIAR EL MUNDO"

"Esa fue mi intención, pensó el Príncipe, porque si algunas cosas me agradan en este mundo, otras no me convienen". Y comenzó su primera pelea. Su ideal, su ardor y su vigor lo llevaron a enfrentarse al mundo, a emprender, a conquistar, a modelar la realidad según su deseo.

Allí encontró el placer y la embriaguez del conquistador, pero no el apaciguamiento del corazón. Se las arregló para cambiar algunas cosas pero muchas otras se resistieron a él. Pasaron muchos años.

Un día se encontró con el viejo sabio que le preguntó: "¿Qué aprendiste en el camino?"

"Aprendí", respondió el Príncipe, "a discernir lo que está en mi poder y lo que se me escapa, lo que depende de mí y lo que no depende de él".

"Eso es bueno", dijo el anciano, "usa tu fuerza para actuar sobre lo que está en tu poder.
Olvida lo que está más allá de tu alcance ". Y él desapareció.

Poco después, el príncipe se enfrentó a una segunda puerta. Se leía:
"CAMBIAR LOS OTROS"

"Esa fue mi intención, pensó, los demás son una fuente de placer, alegría y satisfacción, pero también dolor, amargura y frustración".

Y se rebeló contra todo lo que podía molestarlo o disgustarlo con sus compañeros. Buscó inflamar su carácter y erradicar sus defectos. Esta fue su segunda pelea.

Pasaron muchos años. Un día, mientras meditaba sobre la utilidad de sus intentos de cambiar a otros, se encontró con el viejo Sabio que le preguntó: "¿Qué aprendiste en el camino?"

"Aprendí", respondió el Príncipe, "que los demás no son la causa ni la fuente de mis alegrías y mis dolores, mis satisfacciones y mis problemas, son solo el revelador o la ocasión. Es en mí que todas estas cosas echan raíces ".

"Tienes razón", dijo el Sabio, "por lo que despiertan en ti, los demás te lo revelan, agradece a los que te hacen gozo y placer, pero a los que dan a luz en ti el sufrimiento o la frustración porque a través de ellos, la vida te enseña lo que tienes que aprender y el camino que aún debes recorrer ". Y el viejo desapareció.

Poco después, el príncipe llegó a una puerta con estas palabras:
"CAMBIO A TI MISMO"

"Si yo mismo soy la causa de mis problemas, eso es lo que tengo que hacer", se dijo a sí mismo. Y comenzó su tercera pelea.

Buscó influir en su carácter, combatir sus imperfecciones, reprimir sus faltas, cambiar todo lo que no le agradaba, todo lo que no correspondía a su ideal. Después de muchos años de esta lucha en la que tuvo algunos éxitos, pero también fracasos y resistencias, el Príncipe se encontró con el Sabio que le preguntó: "¿Qué aprendiste en el camino?"

"Aprendí", respondió el Príncipe, "que hay cosas en nosotros que se pueden mejorar, otras que nos resisten y que no podemos romper".

"Eso está bien", dijo el sabio.

"Sí", continuó el Príncipe, "pero estoy empezando a cansarme de luchar contra todo, contra todos, contra mí mismo, ¿alguna vez terminará, cuándo encontraré descanso? luchar, renunciar, abandonar todo, dejar ir ".

"Este es su próximo aprendizaje", dijo el viejo Sabio, "pero antes de seguir adelante, regrese y mire cuán lejos ha llegado". Y él desapareció.

Mirando hacia atrás, el Príncipe vio a lo lejos la tercera puerta y vio que llevaba en su parte trasera una inscripción que decía:
"Acéptate a ti mismo"

El Príncipe se asombró de no haber visto esta inscripción cuando cruzó la puerta por primera vez, en la otra dirección. "Cuando luchamos nos volvemos ciegos", se dijo a sí mismo.

También vio, tirado en el suelo esparcido a su alrededor, todo lo que había rechazado y luchado en él: sus fallas, sus sombras, sus miedos, sus límites, todos sus viejos demonios. Aprendió a reconocerlos, a aceptarlos, a amarlos. Aprendió a amarse a sí mismo sin compararse, juzgarse, culparse a sí mismo.

Se encontró con el viejo sabio que le preguntó: "¿Qué aprendiste en el camino?"

"Aprendí", dijo el Príncipe, "que odiar o rechazar una parte de mí me condena a no estar nunca de acuerdo conmigo mismo, he aprendido a aceptarme de manera total e incondicional. ".

"Eso es bueno", dijo el anciano, "esta es la primera sabiduría, ahora puedes volver a la tercera puerta".

Tan pronto como llegó al otro lado, el Príncipe vio en la distancia al fondo de la segunda puerta y leyó:
"ACEPTA A LOS DEMÁS"

A su alrededor, reconoció a las personas que había conocido en su vida; a los que amaba como a los que odiaba. Los que él había apoyado y aquellos contra los que había luchado. Pero para su sorpresa, ahora no podía ver sus imperfecciones, sus defectos, que una vez lo habían avergonzado y contra quienes había luchado. Se encontró con el viejo sabio de nuevo. "¿Qué aprendiste en el camino?" preguntó el último.

"Aprendí", respondió el Príncipe, "que al estar de acuerdo conmigo mismo, no tenía nada más que reprochar a los demás, nada que temer de ellos, aprendí a aceptar y amar al Otros, totalmente, incondicionalmente ".

"Eso está bien", dijo el viejo sabio. "Esta es la segunda sabiduría, puedes pasar por la segunda puerta de nuevo".

Al otro lado, el Príncipe vio la parte de atrás de la primera puerta y leyó:
"ACEPTA EL MUNDO"

Curioso, pensó, que no vi esta inscripción la primera vez. Miró a su alrededor y reconoció el mundo que había tratado de conquistar, transformar, cambiar. Fue sorprendido por la brillantez y la belleza de todo. Por su perfección. Era el mismo mundo que antes. ¿Era el mundo que había cambiado o sus ojos?

Se encontró con el viejo sabio que le preguntó: "¿Qué aprendiste en el camino?"

"Aprendí", dijo el Príncipe, "que el mundo es el espejo de mi alma, que mi alma no ve el mundo, se ve a sí misma en el mundo, y cuando es juguetón, el mundo parece alegre. cuando es abrumador, el mundo le parece triste, pero el mundo no es ni triste ni alegre, está ahí, existe, eso es todo, no fue el mundo el que me preocupó, sino la idea de que yo Aprendí a aceptarlo sin juzgarlo, total e incondicionalmente.

"Esta es la tercera sabiduría", dijo el anciano, "ahora estás de acuerdo contigo mismo, con los demás y con el mundo".

Una profunda sensación de paz, serenidad, plenitud impregna al Príncipe. El silencio lo habitaba.

"Ahora estás listo para cruzar el último umbral", dijo el viejo Sabio, el del pasaje desde el silencio de la plenitud hasta la Plenitud del Silencio. Y el viejo desapareció.

 Nota: La Masonería es un Método que muchas grandes Personas utilizaron para ser mejores aún, y de esa forma consiguieron cambiar una gran porción del mundo actual.otras que no eran tan grandes utilizaron el mismo Método y se hicieron más grandes aún que las que ya lo eran.

"La Masonería es una Escuela donde Hombres y Mujeres
Buenos, se hacen Mujeres y Hombres Mejores."


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La Torre de Nerva es un FARO Masón





La torre de Nerva es un faro masón. / Foto: Juan Carlos León Brázquez.


El periodista e investigador Juan Carlos León Brázquez nos desvela la simbología de este emblemático monumento nervense, que, más allá de su bonita forma arquitectónica, parece poner de manifiesto la presencia masónica en la localidad minera.
Juan Carlos León Brázquez.  Nada más enseñarle la foto de la torre del Ayuntamiento de Nerva a un alto grado masón este exclamó ¡¡¡¡Es un Faro, no una torre!!!! ¡¡¡Un Faro del conocimiento!!!Sorprendido por su reacción le indiqué que en la revista local ya habían publicado artículos sobre la vinculación masónica de algunos edificios de Nerva, pero desde luego nadie había relacionado la Torre con algo tan simbólico para un masón como es un Faro, contenedor y proyector de la luz, del conocimiento. Sorprendido me confesó que no conocía en Andalucía un edificio como este que marcara tanto su origen masón. Y, aunque no quiere dar su nombre, muy impresionado por el ‘descubrimiento’, me prometió visitar Nerva para ver directamente este Faro.



Ayuntamiento de Nerva de forma triangular con la Torre masónica en un vértice. Oleo de F. Navarrete. Foto: C. LeBraz.

No tengo nada más, solo cuento la singular experiencia que viví el pasado 29 de mayo, cuando estuve en la presentación de un estudio sobre Goya, en la Casa de América de Madrid, en el que el autor, Daniel José Carrasco de Jaime, mostró pruebas del origen borbónico y masón del pintor aragonés y los numerosos símbolos masónicos en la obra de Goya, lo que llevó a concentrarse en la Casa de América de la capital de España a un numeroso grupo de catedráticos, historiadores, expertos en arte y masones.




Ayuntamiento y Torre. Foto: C. LeBraz.

Para obtener algún dato complementario acudí a la revista Nervae de 2010, donde Juan Francisco Román puso la primera piedra literaria sobre la presencia masónica en la localidad, apuntando a su implantación en Nerva “a mediados y finales del siglo XIX”. Recuerda la tradicional relación de la masonería británica con la construcción de edificios en el Reino Unido, lo que pudo haber influido en las construcciones vinculadas con la presencia inglesa en la zona minera. De hecho, cuando se construye el Faro (El Ayuntamiento se inició en 1893 y un año después la Torre, ambos se terminaron en 1896) las minas del río Tinto y sus poblaciones llevaban más de veinte años en manos del capital y de la dirección británica de las viejas Reales Minas. Dice Juan Francisco, que “como dones predominantes de la masonería están la vocación laicista, racionalista, anticlerical, la decidida defensa de los valores de la justicia, tolerancia, paz, libertad, emancipación social y dignificación del trabajo, defensor de los derechos del hombre, con su actitud posterior de oposición a toda clase de tiranías y dictaduras”. Y señalaba como exponente de esta presencia masónica en Nerva a la figura del “Triangulo”, en el conocido Paseo del pueblo, actual Avenida de Andalucía, hoy representado por una fuente luminosa moderna triangular que preside prácticamente el centro de tan concurrida vía peatonal de la población. “El mítico lugar que desde tiempos ancestrales ha venido ostentado la consabida figura geométrica, a pesar de los cambios paviméntales”, dice Juan Francisco, quien apunta al signo de distinción y respeto que siempre representó el pavimento y evoca que en tiempos una farola coronaba el triángulo formado por una peana en mampostería de ladrillo. Recuerda que en Nerva existía en 1886 una logia masónica fundada con el nombre de Copérnico nº 210 y, en 1897 apareció una segunda logia, Emancipación nº 52 Triángulo de Nerva“Una época -apostilla en la que la masonería era todo un referente de una capa ilustrada de la sociedad”.



El “faro” con los símbolos masónicos: los rombos (escuadra y compás), la esfera azul y los 33 metros de altura total.

Lo cierto es que Nerva, tras su independencia formal de Zalamea la Real, el 7 de agosto de 1885, se lanzó a la operación de crear pueblo, para lo que inició la tarea de dotarse de obras civiles que aún hoy marca la Villa minera: El Ayuntamiento, las fuentes públicas como La Reú o la del Jardín Viejo, el Cementerio, el Mercado de Abastos, el Teatro con nombre de Reina ¿española? ¿británica?, el viejo Matadero Municipal o incluso los Casinos sociales entre los más antiguos de España. ¡¡¡El Ayuntamiento!!!, tan singular obra civil con su Torre, con sus 33 metros rematado con una esfera azul y el pararrayos, mucho más alta y altiva que la espadaña de la iglesia parroquial y número simbólico para la masonería.  Aquella antigua Villa de La Libertad estaba en el epicentro de una mina dominada por el capital inglés y su influencia y mandamiento es notoria.




La torre, faro masónico con la esfera azul. Luz del conocimiento.

Fue José Luis Lozano Alvez, quien en un Nervae posterior (2014) profundizó en la presencia masónica en la población, en tándem con el profesor David Martínez López, de la Universidad de Granada. Lozano Alvez remarca que la primera logia provincial fue El Triangulo, de 1870, en Huelva; la primera de la cuenca minera fue la Diógenes nº 184, en Minas de Río Tinto, en 1884 y como ya hemos dicho, en Nerva, la Copérnico nº 210, de 1886 y Triangulo Emancipación nº 52, en 1897, a las que siguió también la Fraternidad nº 245, en 1899. Todas, como vemos, a finales del siglo XIX. Lozano atribuye a la Logia Copérnico el lanzamiento de Nerva como pueblo y base de las numerosas obras civiles, hasta el punto de que señala a tres de los cinco primeros alcaldes de la Villa como miembros de la Logia Copérnico. Pero en su opinión, la presencia masónica en la población se retrotrae incluso antes de la llegada de los ingleses, hasta el punto de que el primer nombre adoptado -y fallido- fue Villa de la Libertad, “está muy ligado a los principales ideales masónicos de Libertad, Igualdad y Fraternidad”. Un lema inspirado en los principios de la revolución francesa y de la que el propio Napoleón Bonaparte fue Gran Maestro masónico de Francia. La mano metida en la chaquetilla es todo un símbolo masón, como se dice en el libro referenciado sobre Goya, apellido inventado y acrónimo masón: Gnóstico, Oriental Y Arquitecto, Gran Oriente Y Aragón. 


En Inglaterra era el Príncipe de Gales quien honorificamente ostentaba el cargo de Gran Maestre de la Gran Logia inglesa. Incluso Lozano se cuestiona la probabilidad de que, hasta la elección del nombre de Nerva, para la antigua Aldea de Ríotinto, también tenga procedencia masónica, ya que no entiende cómo los habitantes de la población esperaron 123 años desde que se encontró en la mina la placa original con el nombre del emperador romano. Él habla de la importancia de los equinoccios y los tres San Juan (Bautista, Evangelista y de Jerusalén) en la masonería. Y en esto se retrotrae a la vinculación del Emperador romano Nerva con San Juan Evangelista, a quien amnistió tras una condena de Domiciano.  Evitó que fuera quemado con agua caliente, pero a cambio lo desterró a la isla de Patmos de donde fue perdonado por Nerva, lo que sirvió para que el discípulo de Jesús terminase sus escritos evangélicos. ¿Realmente también intervino la masonería en la elección del nombre?, un interrogante por despejar.



Baldosines del antiguo bar frente a la Torre. Hoy Cervecería Robles . Foto: C. LeBraz.

El profesor de la Universidad de Granada, David Martín López, quien colaboró con Lozano en el Nervae, profundizó en ese número de 2014 sobre el origen masónico de la estética de Nerva. En su opinión, “la presencia de una importante comunidad extranjera en la industria de la provincia favoreció la introducción de sus fórmulas asociativas próximas a la Orden del Gran Arquitecto del Universo”.  Sostiene la coexistencia en Nerva de dos masonerías, una más elitista, británica, “de corte capitalista y paternalista” y otra progresista, francesa y belga, “más cercana al socialismo obrero y a las primeras asociaciones sindicalistas”.



/ Foto: Juan Carlos León Brázquez.

Es un hecho que la simbología masónica necesita ser descifrada, pero sus elementos son claramente distinguibles en un Ayuntamiento con base triangular y especialmente en El Faro, la Torre del reloj. Un elemento que lleva de la sombra a las luces, bajo la premisa de que el hombre está en las tinieblas y debe dar el primer paso hacia la luz. El Faro es el referente para ello, para conducirlo hacia la luz. Lo que para la mayoría de los ciudadanos es algo bello, ornamental, para los masones todos sus elementos tienen sentido; léase los rombos a mitad de la Torre como una unión de la escuadra y el compás, o la esfera azul que adorna lo más alto del edificio, o los 33 metros. “Pese a restauraciones y remodelaciones, dice Martín López, subsisten elementos masónicos en los casetones de ladrillo de la torre que podrían representar una especie de esquematización geométrica de la escuadra y el compás, símbolos por excelencia de la masonería. Sin embargo, el más claro de los símbolos masónicos al ojo del ciudadano es la gran esfera azul que sobresale y diferencia el patrimonio nervense”. Según el historiador, la esfera representa para la masonería “la Regularidad y Sabiduría; la Tierra y el Cielo o Cosmos; la Ciencia”. Tanto el alcalde de la población como el secretario del Ayuntamiento pertenecían en aquel momento de la construcción a la primera Logia Copérnico instalada en Nerva, bajo la jurisprudencia del Oriente Nacional de España. “El globo esférico azul celeste que domina la composición de la torre -concluye- tiene una profunda carga alusiva a la masonería y a la revolución científica, al progreso de las avanzadas teorías de Copérnico y al progreso económico y social de Nerva tras su independencia”.
Un último apunte, la Torre/Faro mide 33 metros, justo el número que marca el grado más alto e importante en la escala masónica. El ascenso hasta este Grado supone haber recorrido todas las etapas del conocimiento y es cuando uno alcanza el grado de maestro, aunque en la base del masón está el aprendizaje continuo de por vida. Faro o Torre nadie dude del carácter masónico del edificio más singular de Nerva.

sábado, 1 de junio de 2019

EL ÁRBOL DE LA VIDA 

( UNA PEQUEÑA REFLEXION )

 Este era un enorme árbol de manzanas al cual un niño amaba mucho. Todos los días jugaba a su alrededor, trepaba hasta el tope, comía sus frutos y tomaba la siesta bajo su sombra. El árbol también lo quería mucho. Pasó el tiempo, el niño creció y no volvió a jugar alrededor del árbol. Un día regresó y escuchó que este le decía con cierta tristeza: - ¿Vienes a jugar conmigo? Pero el muchacho contestó: -

Ya no soy el niño de antes que juega alrededor de los árboles. Ahora quiero tener juguetes, y necesito dinero para comprarlos. - Lo siento -dijo el árbol-. No tengo dinero, pero te sugiero que tomes todas mis manzanas y las vendas; así podrás comprar tus juguetes. El muchacho tomó las manzanas, obtuvo el dinero y se sintió feliz. También el árbol fue feliz, pero el muchacho no volvió. Tiempo después, cuando regresó, el árbol le preguntó: - ¿Vienes a jugar conmigo? - No tengo tiempo para jugar; debo trabajar para mi familia y necesito una casa para mi esposa e hijos. ¿Puedes ayudarme? - Lo siento -repuso el árbol-. No tengo una casa, pero puedes cortar mis ramas y construir tu casa. El hombre cortó todas las ramas del árbol, que se sintió feliz, y no volvió. Cierto día de un cálido verano, regresó.

 El árbol estaba encantado. - ¿Vienes a jugar conmigo? -le preguntó. - Me siento triste, estoy volviéndome viejo. Quiero un bote para navegar y descansar, ¿puedes dármelo? El árbol contestó: - Usa mi tronco para construir uno; así podrás navegar y serás feliz. El hombre cortó el tronco, construyó su bote y se fue a navegar por un largo tiempo. Regresó después de muchos años y el árbol le dijo: - Lo siento mucho, pero ya no tengo nada que darte, ni siquiera manzanas. El hombre replicó: - No tengo dientes para morder ni fuerzas para escalar, ya estoy viejo. Entonces el árbol, llorando, le dijo: - Realmente no puedo darte nada.

 Lo único que me queda son mis raíces muertas. Y el hombre contestó: - No necesito mucho ahora, sólo un lugar para reposar. Estoy cansado después de tantos años... - Bueno -dijo el árbol-, las viejas raíces de un árbol son el mejor lugar para recostarse y descansar. Ven, siéntate conmigo y descansa. El hombre se sentó junto al árbol y este, alegre y risueño, dejó caer algunas lágrimas. REFLEXIÓN Esta es la historia de cada uno de nosotros: el árbol son nuestros padres. De niños, los amamos y jugamos con ellos. Cuando crecemos los dejamos solos; regresamos a ellos cuando los necesitamos, o cuando estamos en problemas.

No importa lo que sea, siempre están allí para darnos todo lo que puedan y hacernos felices. Usted puede pensar que el muchacho es cruel con el árbol, pero ¿no es así como tratamos a veces a nuestros padres? Si sentiste algo con este relato y tus padres aún viven... que tal si los llamas y simplemente dices TE AMO.

 Van... aprendiz eterno. Autor y Colaborador,  Q:. H:. Van Maldonado el 9 de Abri, 2018